Porfavor, no junte peras con frutillas

déjelo fluir


Polvorienta.

Los espacios volvieron a llenarse, el aire volvió nuevamente a faltar. No nos cayeron murallas ni adobe encima, pero estamos tan o más sofocados que los de allá lejos, esos extraños seres que no pertenecen a nuestra absurda burbuja, que nos parecen primitivos y poco afortunados ante nuestra vista pacífica de vehículos, bocinas e hiperreacción ante cualquier suceso que se nos anteponga.

Recuerdo perfecto el día en que desee estar sola, caminar sin que nadie estropeara mi calma caminante, ni esa carretera que cruza mi ex ratonda, ni el metro, ni los carros de sopaipillas. Además de la peor pesadilla que alguien puede tener a principios de año y su lógica ensordecedora al parecer, sólo faltaría la muerte y completaríamos el ciclo. Y carajo, ante eso, simplemente me encantaría nunca haber deseado estar sola.

Y así estaremos unos buenos meses, vagando entre vocinazos, griteríos, réplicas fuertes y réplicas suaves, esperando que la tierra se asiente, que la burbuja se desvanezca, que las casas crezcan y que las cosas comiencen a hacerse bien desde un principio. Las energías están revueltas, el eje nos cambió y me pregunto como diablos les contaré esta oscura historia a mis futuros hijos cuando simplemente su madre ve un gran camino polvoriento antes de volver a tomar la carretera correcta y no la con desvíos por derrumbe.

Qué ganas de dejar la duda y simplemente creer.

Así nuevamente, más empolvada que antes, vuelvo sin alas.

de los porqués y las cuentas....


Dejé de escribir porque las fantasías mentales comenzaron a declinar. Los colores se apagaron, el gris medio se acentuó de una manera catastrófica en mi hipotálamo. Dejé de escribir porque se me acabaron las líneas, los puntos y las comas. Las tardes donde fantaseaba mi casa en la playa y mi futuro libro, un best seller con personajes profundos y bien configurados, con un poco de documental y una pizca de ficción. Esa historia que podría sostener mi economía de guerrillera independiente y no de trabajadora de faena; Esa que no cree en las afp, en las isapres ni en los seguros de cesantía. Dejé De escribir porque sentí que las palabras se volvieron confusas y que ello provocó lectores ingratos. No hay escritura que no quiere ser leída, ni escritor que aguante ser ignorado. Las palabras tienen corazón y necesitan cariño, igual que el escritor en las noches de sequía.


Dejé de escribir porque me volví adicta a la cara de alcoholizada de las personas cada fin de semana, a los cumpleaños, a las despedidas, a los asados sin carne. La morbosidad carcome cual ave carroñera y de pronto organizas eventos para ser parte de esas fotos que te quitan el alma y la abandonan en el limbo, cual no bautizado de la popularidad.


Dejé de escribir porque me quedé vacía, sin utopías, sin barcos ni mares tormentosos. Dejé de escribir por vidas nonatas no esperadas, engaños blancos que prefieren el glamour, caricias con mucho agua y poca azúcar, piscinas con aguas turbias y cobros cancerígenos para bolsillos con mucho smog.


Dejé de escribir porque ya no cuenta.

O ya no se cuenta

O ya no se espera.


...


Volví a escribir cuando aprendí los números que son necesarios para sacar la cuenta.

1

2

3


Y sacar la cabeza del agua, y volver a respirar.


En medio del estómago, justo debajo de las costillas pronunciadas y las pelusas repartidas camino al ombligo tengo una isla.Es una isla pequeña en donde sólo hay palmeras, corre poco viento porque la flema en los pulmones limita la brisa en época de verano, pero de todas formas flota cual balsa perdida en altamar.

El clima en la isla es perfecto: 37,5 ºC, el calor provoca las alucinaciones correspondientes, lo que invita a mayor cantidad de comensales a acercarse a este nuevo parque de entretenciones mental. La grasa del estómago crea un oleaje apto para las prácticas de surf y diversos deportes aeronáuticos. Las pelusas del ombligo son parte de los arrecifes naturales que encantan a los visitantes aventureros en busca de tesoros submarinos.

Acérquese a su agencia de viajes más cercana y consulte tarifas gripales; si menciona las palmeras tendrá un 30% de descuento ¡apúrese, sólo quedan dos días antes que la amoxicilina haga efecto!

Blog nuevo.

Quiero cambiar el template pero blogger no me deja.
Quiero cambiarle la onda a este blog, pero, tampoco me deja.
Me quería cambiar a wordpress, pero me dio cosa.
Así que me hice otro blog, de ociosa, de habilosa, decida ud.
Yo por mientras, seguiré peleando por el cambio de look.


H2O en suspensión



SI me tragaras volvería a aparecer,
Si tuviera que volver sería agua,
Agua para poder sostenerme en el aire
Y caer en sincronía con el viento.

Agua para poder entrar donde no me lo permites.
Agua para poder correr sin jerarquía ni mal interpretaciones.
Podría limpiar aquello que disgusta,
Ahogar a quien lo merece,
Hacer clamar mil disculpas por no dar lo que se necesita
Y al anochecer, podría calmar las ansiedades,
Y cobijarte en lo profundo,
Allá donde sólo puedo escurrir burbujeante y a ratos siniestra,
Honesta y atemporal.
Fluir por los canales subterráneos ahuyentando lo mundano,
Corriendo hacia el seno con gusto a salado.

Sería agua para caer en tu cara,
Sería gotitas para disfrazar las derrotas por sudor indoloro.
Sería agua para que me nadaras
y olvidaras que algún día me tragaste y no quisiste absorberme,
Tal como en algún momento quise ahogarte para poder retenerte debajo de mi lengua.

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Eslabones.

Pensamientos emanados desde el discovery channel

Llega un momento en la vida de cualquier ser humano en el cual se comienza a sentir el peso del “yo” en el mundo.

Existe un mundo en donde el funcionar de Las cosas parecen ausentes de las trivialidades adolescentes, en donde las máquinas y los procesos químicos comandan la ejecución correcta de millones de elementos que se conjugan en hacer de este mundo el lugar civilizado en el que deseamos vivir.

Somos parte de ínfimas moléculas que comandan movimientos de gigantes engendros de cientos de tuercas. Hablamos idiomas distintos, los genios son otros, no las palabras.

Somos el eslabón perdido en la pezuña del robot, somos lo que teme la computadora, la sensibilidad es parte oculta, no apta para la materia gris. Nos ocultamos por el fondo del cerebro, corriendo por el oído y saliendo a través de la garganta en busca del calcetín sucio, la televisión basura y las cervezas de media tarde.

No nacimos aptos para hacer vidrio ni diseñar puentes; nos paramos sobre ellos y calmamos los instintos suicidas a punta de pastillas y 40º de metanol inflamable con gusto amargo.

El túnel lo hicieron otros, mientras que a ti y a mi sólo nos queda arrastrarnos por el lodo para buscar la salida.

Constitución Económica de Bolsillo


Digamos que estaría bastante bueno comenzar a coser ese hoyo existente en el bolsillo izquierdo del pantalón de cuadrillé favorito de la dama, estaría bueno zurcir ese triángulo de las bermudas en donde se desaparecen los 200 pesos necesarios para apalear la nueva alza de precios que toca lo más sencillo, necesario y delicioso para esa palta con té: el glorioso pancito. 800 pesos el kilo es una ordinariez de proporciones, más aún las alzas emocionales.

Si pudiéramos tratar de explicar una economía emocional tendríamos que hablar de ese maldito agujero en el bolsillo izquierdo, en el que se pierde la razón, las boletas, la decencia, el orgullo y los recuerdos de noches incendiarias, esas que son indoloras ante el gastadero estúpido de dinero con tal de que la juerga dure lo necesario para conseguir el objetivo.

Si tuviésemos que hablar de I.P.C. tendería al alza pero con cierto recelo. La subida de los precios por una parte produce confianza a la cabeza procesadora industrial y por otra desequilibra la precaria confianza de las pymes sensibles que se obstinan por encontrar la mitad extraviada en alguna apuesta sospechosa.

Si se trata de invertir en innovación, los cuadrillés son tímidos y jamás pensarían que la industria de la brujería aumentara sus cifras, ni menos, que las escobas voladoras se transformaran en la sensación de fin de semana.

Y si hablamos de inversiones a corto y largo plazo, el clima se vuelve confuso de una semana a otra: la bolsa de N.Y. da números negativos, el bolsillo derecho apuesta erróneamente, las llamadas telefónicas se vuelven escasas y el remordimiento toma la delantera. Los pantalones cuadrillé que muchas veces pecan de exagerados razonadores y cobardes del estilo "caída -en –picada- sin- paracaídas-" intentan jugársela, pero, los resultados finalmente se inclinan al rojo.

“La economía es así, cambiante, hay que jugar, es sólo dinero” dicen muchos, pero los pantalones agujerados saben que simplemente a la hora de invertir son conservadores cual señora con traje channel.

Hay un fondo mutuo que parece estar allí, quieto pero atrevido, no tiene mayores ganancias pero su perspicacia y movimientos hacen que la confianza aumente y el deseo de invertir a largo plazo parezca algo más cercano que esa aguja cicatrizante de clínica de ropa que promete parchar, pero el hoyo del bolsillo izquierdo sigue ahí, robándose todo lo que se le eche encima. El bolsillo derecho tiene poco que perder, sólo unas cuantas boletas, algunas paranoias y desdichas varias. Quizás invierta, quizás no, pero es interesante ver como los ahorros van al alza, aunque sea por un rato.

Los pronósticos invitan al derroche, creo que esta pyme esperará hasta que la tormenta cese, invertir es un lujo y este bolsillo parece no aguantar nuevas inundaciones de precios.

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Stairways


Sillas y mesas se entrometen en mi camino al lugar sagrado en donde todos grandes pensamientos nacen. Tú vienes de vuelta con el alma más ligera y el corazón bombeando al ritmo del rock que suena difuso desde el wurlitzer. Un pié acompaña al otro al ritmo envolvente, mientras aún mantengo la risa pegada como chicle debajo de la mesa. Un “hola” lejano me hace caer en la trampa, la experiencia adquirida a través de los años me ha vuelto reticente al saludo foráneo, más aún proveniente de una escalera curva que lleva a un gran negro desaparecimiento. La curiosidad hormonal me hace contestarte, tu necesidad te hace subir cuatro peldaños, me vuelvo puras curvas, tú te conviertes en una fortaleza atrayente, las sonrisas son tiesas pero verdaderas, todo parecer latir más rápido. Las palabras no cuentan, el tacto se vuelve agudo, los oídos se ensordecen, tus manos atrapan mi cintura, tus labios devoran los míos, mi aliento se ahoga, mi risa se disuelve, tu cuerpo me invade…y te doy mi número y de paso la mitad de mis conflictos para que los conserves en tu directorio telefónico. Mientras empujo al pié izquierdo para que tome vuelo a un lugar más allá de cuatro peldaños que me obliguen a sacarme la sonrisa y el “yo no hago estas cosas”.

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