SI me tragaras volvería a aparecer,
Si tuviera que volver sería agua,
Agua para poder sostenerme en el aire
Y caer en sincronía con el viento.
Agua para poder entrar donde no me lo permites.
Agua para poder correr sin jerarquía ni mal interpretaciones.
Podría limpiar aquello que disgusta,
Ahogar a quien lo merece,
Hacer clamar mil disculpas por no dar lo que se necesita
Y al anochecer, podría calmar las ansiedades,
Y cobijarte en lo profundo,
Allá donde sólo puedo escurrir burbujeante y a ratos siniestra,
Honesta y atemporal.
Fluir por los canales subterráneos ahuyentando lo mundano,
Corriendo hacia el seno con gusto a salado.
Sería agua para caer en tu cara,
Sería gotitas para disfrazar las derrotas por sudor indoloro.
Sería agua para que me nadaras
y olvidaras que algún día me tragaste y no quisiste absorberme,
Tal como en algún momento quise ahogarte para poder retenerte debajo de mi lengua.
Llega un momento en la vida de cualquier ser humano en el cual se comienza a sentir el peso del “yo” en el mundo.
Somos parte de ínfimas moléculas que comandan movimientos de gigantes engendros de cientos de tuercas. Hablamos idiomas distintos, los genios son otros, no las palabras.