Los espacios volvieron a llenarse, el aire volvió nuevamente a faltar. No nos cayeron murallas ni adobe encima, pero estamos tan o más sofocados que los de allá lejos, esos extraños seres que no pertenecen a nuestra absurda burbuja, que nos parecen primitivos y poco afortunados ante nuestra vista pacífica de vehículos, bocinas e hiperreacción ante cualquier suceso que se nos anteponga.
Recuerdo perfecto el día en que desee estar sola, caminar sin que nadie estropeara mi calma caminante, ni esa carretera que cruza mi ex ratonda, ni el metro, ni los carros de sopaipillas. Además de la peor pesadilla que alguien puede tener a principios de año y su lógica ensordecedora al parecer, sólo faltaría la muerte y completaríamos el ciclo. Y carajo, ante eso, simplemente me encantaría nunca haber deseado estar sola.
Y así estaremos unos buenos meses, vagando entre vocinazos, griteríos, réplicas fuertes y réplicas suaves, esperando que la tierra se asiente, que la burbuja se desvanezca, que las casas crezcan y que las cosas comiencen a hacerse bien desde un principio. Las energías están revueltas, el eje nos cambió y me pregunto como diablos les contaré esta oscura historia a mis futuros hijos cuando simplemente su madre ve un gran camino polvoriento antes de volver a tomar la carretera correcta y no la con desvíos por derrumbe.
Qué ganas de dejar la duda y simplemente creer.
Así nuevamente, más empolvada que antes, vuelvo sin alas.
Recuerdo perfecto el día en que desee estar sola, caminar sin que nadie estropeara mi calma caminante, ni esa carretera que cruza mi ex ratonda, ni el metro, ni los carros de sopaipillas. Además de la peor pesadilla que alguien puede tener a principios de año y su lógica ensordecedora al parecer, sólo faltaría la muerte y completaríamos el ciclo. Y carajo, ante eso, simplemente me encantaría nunca haber deseado estar sola.
Y así estaremos unos buenos meses, vagando entre vocinazos, griteríos, réplicas fuertes y réplicas suaves, esperando que la tierra se asiente, que la burbuja se desvanezca, que las casas crezcan y que las cosas comiencen a hacerse bien desde un principio. Las energías están revueltas, el eje nos cambió y me pregunto como diablos les contaré esta oscura historia a mis futuros hijos cuando simplemente su madre ve un gran camino polvoriento antes de volver a tomar la carretera correcta y no la con desvíos por derrumbe.
Qué ganas de dejar la duda y simplemente creer.
Así nuevamente, más empolvada que antes, vuelvo sin alas.