Porfavor, no junte peras con frutillas

déjelo fluir


Historias Aeroparlantes

Elisa, Marcos y yo
parte 1

1.

La Elisa me está esperando hace rato y no puedo decidir si ponerme el vestido naranjo o el verde, si ponerme el collar tipo maitencillo o el de perlas. La Elisa me mira un poco chata de mi estilo seudo azaroso y de mi no combinación que perfectamente calza en mi mundillo fanfarrón. Y la miro de nuevo y puta que me gusta, aunque no debiese gustarme y no deba mirarla con esos ojos que no tienen que significar nada salvo buenos deseos. Y la Elisa me mira y no se que piensa, no sé si le gusta el vestido o le gusto yo, aunque me ha dejado bien en claro que esas guevadas de la bisexualidad y la choreza de andar probando le cargan; lo encuentra de pendejos que finalmente terminarán siendo fletos, y ahí quedo, con las puras ganas de hacerle cariño con un poco de confianza para no sentirme tan macanudamente sola, pero ella no cacha nada de la vida y cree que soy tortillera por opción de moda., así que no la pesco con sus rollos y sigo siendo su amiga, aunque a veces es por interés, porque el Marcos me mata, pero ella no sabe que es así o quizás me haga creer eso. Es que la Elisa es pilla, siempre me engaña con su cara de sonsa y termina cachando todo; como esa vez que me comí a su amigo, o sea era más que su amigo, o sea, igual me dio lata pero me lo comí igual, es que no sé, como que quería sentir lo que ella siente, entonces, se lo quité. Es raro, porque el Marcos no se parece en nada a ella, o sea, físicamente, onda los ojitos verdes y esas pestañas largas que me hacen mirarlos a ambos con una atención que ni la tele merece. Ya estoy lista y la Elisa está chata de esperarme, todo porque su papá nos espera con el Marcos en al auto, nos vamos a la playa, o sea yo voy de colada porque me invitaron como la típica amiga que es parte de la familia, así que voy, aunque ya este vieja para estos paseitos de hermanas- amigas, es que la verdad de mis ganas son porque esta es la oportunidad que he estado esperando, además, la Elisa tiene plata y me invita a todos lados gratis, algo así como que me paga para ser su amiga, pero a mi no me importa y a veces finjo reírme de su humor diferente y de sus comentarios intelectuales, todo por tomarme una caipiriña gratis y por tocar la pierna al Marcos y hacerlo pasar como casualidad.

2.

No cacho que onda el Marcos; llevamos dos días aquí y nada de andar gateando por las escaleras. Y no sé qué hacer, creo que si se que hacer pero me da nervio, es que me entró la duda porque anoche la Elisa durmió conmigo, o sea no de dormir de tirar, sino de abrazarme….nunca entendí muy bien si eran las cervezas que nos tomamos en la playa o que realmente le gusta estar a mi lado. Y me bajo la duda, pero quiero al Marcos igual, en realidad los quiero a ambos, y eso ya es muy freak, de todas maneras hoy voy con Marcos a la playa, a la Elisa no le gusta el sol y dice que le salen manchas, así que me baño por ella y Marcos está ahí, con ese traje de baño y su cuerpo tonificado a la perfección. Y me acerco y le toco las gotitas en su cuerpo, el Marcos es de esos minos que no habla y solo sonríe haciéndose el misterioso, me pregunta por la Elisa y le digo que no tengo idea, parece que se quedó leyendo o no se qué. Y lo toco y no me dice nada, me tiro encima y le doy un beso. Y sigue sonriendo.

Etiquetas: ,

La risa de los niños

Y los niños se toman los colegios, ponen sillas amontonadas a la entrada y al parecer no tienen muchas ganas de estudiar, en vez de eso caminan alrededor de la cuadra y andan de los brazos; las niñas se toman cual abuelitas y se ríen fuerte de la profesora, de una compañera, de la tele, de ellas mismas. Caminan como protestando, ocupan toda la vereda formando una cadena irrompible; juntas son poderosas y desinhibidas, le gritan a los niños de más adelante, una de ellas dice “Elisa, ¿te gustó el de gorro?” y el chico de gorro es molestado por sus otros amigos y así el romance comienza; los chicos caminan más lento, las niñas un poco más rápido y ahí están, conociéndose entre la verdulería y el taller mecánico; el chico de gorro se acerca a la Elisa y se preguntan los cursos, los colegios, las tomas, las troncales, la música y la plaza de la próxima cita.

Y las niñas siguen caminando, pero estas son otras, caminan del brazo y parecen como enamoradas. Hablan un lenguaje que parece un desorden que sólo es entendido por el que lo genera, un lenguaje que va más allá de las palabras, ese que incluye miradas fijas, silencios delatores y risas sin un motivo aparente. Los bolsos con fotos de las T.a.T.u, los cortes de pelo desiguales son como la enciclopedia anónima para todos aquellos que miramos sin comprender.

Y dos niños más pequeños que los anteriores van en el metro. Hablan de cuando eran más chicos y se colgaban como monos en las manijas; hablan de cómo fulano le pego a uno y al otro día fulano dos le respondió el golpe. El fulano era chino y de un puro combo en el ojo, según él, de chino lo convirtió en chileno. El niño cuenta que el chino-chileno lo acusó y la profesora lo retó. En eso se baja del metro y su amiguilla queda allí, de pronto el niño vuelva a subir nuevamente y se baja con su amiga, le dice que no quiere volver a casa y que prefiere ir a jugar play a la de ella. A la amiguilla no parece quedarle mayor opción y sólo mira como la salida de la estación se aleja, mientras, el niño de la manera más tiernucha que he escuchado en días dice “¡Nooo, la puertita!”. Y ahí los pierdo y allá van. Y ahí me quedo deseando tener esos días con amiguillos así, que se dejen caer sólo para rascarse la güata conmigo, que tomen once en mi casa y se coman casi toda la palta.


“Si tomo helados, siempre vivo en verano,

Mi arma nueva es efectiva, dame tus manos,

Olvida el pasado y vive el presente…” El otro Yo – Hoy Aprendí.



El cuesco con raíz.-


Resulta que tengo un cuesco de palta emocional. Un cuesco escondido entre la garganta y la cabeza. Está atascada y no se quiere salir; está escondida y le encanta aparentar una sonrisa, un abrazo, una risa insípida.

El cuesco me hace andar por la pista izquierda, doblar con roja, sentarme en los asientos naranjos preferenciales y no mirar por los espejos retrovisores. Me hace querer creer que no puedo y que me bajaré de la micro como me gusta hacerlo cuando la cara me crece a dos metros.

El cuesco me tiene viviendo los efectos del calentamiento global anticipado, le gusta ver como me tiritan las cañuelas y los dedos se me ponen morados. Le encanta notar que finalmente todo se convertirá en desierto confirmando sus teorías anticipadas; una crónica de una muerte anunciada por un vegetal en potencia.

Y se quedó atascado y nadie lo puede sacar; está ahí y quiere echar raíces jodiéndome los logros y los apretones de cachete. Quiero tenerlo todo pero finalmente me siento sin nada. Creo que llegó la hora de ver los frutos y la semilla no tiene ganas de germinar; parece contenta reteniéndolo todo.

Y la extirpación parece la solución pero se ha vuelto un problema; el cuesco tiro una raíz que parece tronco y todo ha cambiado en mi pobre garganta, la extracción será un desastre y me dejará la cicatriz que nunca quise tener.

Y ahora me duele al tragar, pero todo pareciese digerirse mejor. Aunque extraño el maldito cuesco y su raíz que ya se había hecho parte de mí.

Etiquetas: ,


Mi foto
Nombre: Isabel
Lugar: Stgo., Chile
www.flickr.com
This is a Flickr badge showing public photos from isabell_3eb. Make your own badge here.


XML

Powered by Blogger

make money online blogger templates



© 2006 Porfavor, no junte peras con frutillas | Blogger Templates by GeckoandFly.
No part of the content or the blog may be reproduced without prior written permission.
Learn how to make money online | First Aid and Health Information at Medical Health