I'm happy because I'm Stupid
10 Comments Published by Isabel on lunes, febrero 26, 2007 at 8:37 p. m..
La mujer de la duda asesina
3 Comments Published by Isabel on sábado, febrero 24, 2007 at 6:45 p. m..

Dicen que la curiosidad mató al gato, en el caso de mi vecindario es al perro y sus deshechos. Un día cualquiera tras despegarme de las sábanas, de puro copuchenta me asomé por la ventana y un paisaje bastante aterrador se cruzaba en mi vista; una de mis vecinas se acerca a una de las casas del final del pasaje con una pala de lata que sujetaba firmemente, en ella se encuentra una decente cantidad de caca de perro. A paso lento pero firme, la señora canosa y cascarrabias del 3801 se acerca al portón negro, sin mirar a su alrededor, va y deposita todo el contenido en frente de éste y así nada más, se devuelve y continua su camino con una sonrisa de orgullo.
Mi vecino de al lado es evangélico, al igual que los anteriores propietarios de la casa (léase unos post anterior sobre el vecino), lo supimos indudablemente por el logo de su vehiculo “Cristo Viene” y todos los términos de sus frases con la palabra “Hermana”. Mi vecino es extraño, escucha todo el día la radio María a alto volumen y no son de lo más sociables, bueno, yo tampoco, pero esbozo una sonrisa cínica si me dicen hola, o a veces más cordial si son una de las tías simpáticas. Me lo encontré en las vacaciones, al no reconocerlo casi le digo un par de improperios por tocar tanto la bocina; estuve a una de quedar como la rota –ya tengo el calificativo de ruidosa y algo escandalosa debido a las celebraciones en mi hogar- pero me salvé gracias a mi santa Madre, la sociable en momentos de caos. El punto es que el vecino tiene mala cueva, al parecer Dios o Jehová o no se quién parece no ayudarlo mucho. Le robaron y le rompieron un vidrio, además de que en Santiago chocó la muralla que divide su casa con la de otra vecina, la muralla está en el suelo y obligada a taparla con una sábana y decir que próximamente la reparará. Esperamos aún los resultados.
Estoy leyendo “Felices como Asesinos” de Gordon Burn, libro gigante veraniego para ampliar mi repertorio de escritores de habla inglesa y ser una mujer más bacán, chora, que lee libros grandes junto al lago en vez de estar cagada de frío nadando en un día nublado. Pero, más allá de eso – y la nueva seudo obsesión por libros de asesinatos, tras “A Sangre Fría” todo parece tan vacuo- he estado viendo más de cerca a mis vecinos, a varios de los cuales conozco hace más de quince años y los nuevos, que tienen más que alguna cosilla en particular. Vivir en comunidad parece mucho más complejo de que lo pintan los avisos de las constructoras. El parque que prometieron se convirtió en una plaza sin asientos que luego de largos años tiene pasto bien cuidado, pero sin poder sentarse a contemplarlo ya que los amigos de lo ajeno hacen de las suyas. El pavimento ha ido hundiéndose poco a poco debido a las áreas verdes que terminaron por levantar el cemento y crear hoyos que en invierno parecen contener agua para alimentar una central hidroeléctrica. Por lo mismo, siempre me pregunto qué ocultarán detrás de la puerta principal mis vecinos. Allá donde el ojo acusete no logra penetrar, donde las mentiras pueden estar cavadas bajo tierra. Sí, al parecer he leído muchos sobre asesinatos, lo que me ha convertido en la mujer de la duda asesina. Porque gente mala –como dice mi abuela- hay donde menos te lo esperas.