Recuerdo perfecto el día en que desee estar sola, caminar sin que nadie estropeara mi calma caminante, ni esa carretera que cruza mi ex ratonda, ni el metro, ni los carros de sopaipillas. Además de la peor pesadilla que alguien puede tener a principios de año y su lógica ensordecedora al parecer, sólo faltaría la muerte y completaríamos el ciclo. Y carajo, ante eso, simplemente me encantaría nunca haber deseado estar sola.
Y así estaremos unos buenos meses, vagando entre vocinazos, griteríos, réplicas fuertes y réplicas suaves, esperando que la tierra se asiente, que la burbuja se desvanezca, que las casas crezcan y que las cosas comiencen a hacerse bien desde un principio. Las energías están revueltas, el eje nos cambió y me pregunto como diablos les contaré esta oscura historia a mis futuros hijos cuando simplemente su madre ve un gran camino polvoriento antes de volver a tomar la carretera correcta y no la con desvíos por derrumbe.
Qué ganas de dejar la duda y simplemente creer.
Así nuevamente, más empolvada que antes, vuelvo sin alas.
de los porqués y las cuentas....
5 Comments Published by Isabel on miércoles, septiembre 24, 2008 at 9:01 p. m..Dejé de escribir porque las fantasías mentales comenzaron a declinar. Los colores se apagaron, el gris medio se acentuó de una manera catastrófica en mi hipotálamo. Dejé de escribir porque se me acabaron las líneas, los puntos y las comas. Las tardes donde fantaseaba mi casa en la playa y mi futuro libro, un best seller con personajes profundos y bien configurados, con un poco de documental y una pizca de ficción. Esa historia que podría sostener mi economía de guerrillera independiente y no de trabajadora de faena; Esa que no cree en las afp, en las isapres ni en los seguros de cesantía. Dejé De escribir porque sentí que las palabras se volvieron confusas y que ello provocó lectores ingratos. No hay escritura que no quiere ser leída, ni escritor que aguante ser ignorado. Las palabras tienen corazón y necesitan cariño, igual que el escritor en las noches de sequía.
Dejé de escribir porque me volví adicta a la cara de alcoholizada de las personas cada fin de semana, a los cumpleaños, a las despedidas, a los asados sin carne. La morbosidad carcome cual ave carroñera y de pronto organizas eventos para ser parte de esas fotos que te quitan el alma y la abandonan en el limbo, cual no bautizado de la popularidad.
Dejé de escribir porque me quedé vacía, sin utopías, sin barcos ni mares tormentosos. Dejé de escribir por vidas nonatas no esperadas, engaños blancos que prefieren el glamour, caricias con mucho agua y poca azúcar, piscinas con aguas turbias y cobros cancerígenos para bolsillos con mucho smog.
Dejé de escribir porque ya no cuenta.
O ya no se cuenta
O ya no se espera.
...
Volví a escribir cuando aprendí los números que son necesarios para sacar la cuenta.
1
2
3
Y sacar la cabeza del agua, y volver a respirar.
En medio del estómago, justo debajo de las costillas pronunciadas y las pelusas repartidas camino al ombligo tengo una isla.Es una isla pequeña en donde sólo hay palmeras, corre poco viento porque la flema en los pulmones limita la brisa en época de verano, pero de todas formas flota cual balsa perdida en altamar.
El clima en la isla es perfecto:
Acérquese a su agencia de viajes más cercana y consulte tarifas gripales; si menciona las palmeras tendrá un 30% de descuento ¡apúrese, sólo quedan dos días antes que la amoxicilina haga efecto!
Quiero cambiarle la onda a este blog, pero, tampoco me deja.
Me quería cambiar a wordpress, pero me dio cosa.
Así que me hice otro blog, de ociosa, de habilosa, decida ud.
Yo por mientras, seguiré peleando por el cambio de look.
SI me tragaras volvería a aparecer,
Si tuviera que volver sería agua,
Agua para poder sostenerme en el aire
Y caer en sincronía con el viento.
Agua para poder entrar donde no me lo permites.
Agua para poder correr sin jerarquía ni mal interpretaciones.
Podría limpiar aquello que disgusta,
Ahogar a quien lo merece,
Hacer clamar mil disculpas por no dar lo que se necesita
Y al anochecer, podría calmar las ansiedades,
Y cobijarte en lo profundo,
Allá donde sólo puedo escurrir burbujeante y a ratos siniestra,
Honesta y atemporal.
Fluir por los canales subterráneos ahuyentando lo mundano,
Corriendo hacia el seno con gusto a salado.
Sería agua para caer en tu cara,
Sería gotitas para disfrazar las derrotas por sudor indoloro.
Sería agua para que me nadaras
y olvidaras que algún día me tragaste y no quisiste absorberme,
Tal como en algún momento quise ahogarte para poder retenerte debajo de mi lengua.
Llega un momento en la vida de cualquier ser humano en el cual se comienza a sentir el peso del “yo” en el mundo.
Somos parte de ínfimas moléculas que comandan movimientos de gigantes engendros de cientos de tuercas. Hablamos idiomas distintos, los genios son otros, no las palabras.
Constitución Económica de Bolsillo
1 Comments Published by Isabel on jueves, abril 10, 2008 at 12:28 a. m..Digamos que estaría bastante bueno comenzar a coser ese hoyo existente en el bolsillo izquierdo del pantalón de cuadrillé favorito de la dama, estaría bueno zurcir ese triángulo de las bermudas en donde se desaparecen los 200 pesos necesarios para apalear la nueva alza de precios que toca lo más sencillo, necesario y delicioso para esa palta con té: el glorioso pancito. 800 pesos el kilo es una ordinariez de proporciones, más aún las alzas emocionales.
Los pronósticos invitan al derroche, creo que esta pyme esperará hasta que la tormenta cese, invertir es un lujo y este bolsillo parece no aguantar nuevas inundaciones de precios.
Etiquetas: alzas, cuento, economía de bolsillo
Sillas y mesas se entrometen en mi camino al lugar sagrado en donde todos grandes pensamientos nacen. Tú vienes de vuelta con el alma más ligera y el corazón bombeando al ritmo del rock que suena difuso desde el wurlitzer. Un pié acompaña al otro al ritmo envolvente, mientras aún mantengo la risa pegada como chicle debajo de la mesa. Un “hola” lejano me hace caer en la trampa, la experiencia adquirida a través de los años me ha vuelto reticente al saludo foráneo, más aún proveniente de una escalera curva que lleva a un gran negro desaparecimiento. La curiosidad hormonal me hace contestarte, tu necesidad te hace subir cuatro peldaños, me vuelvo puras curvas, tú te conviertes en una fortaleza atrayente, las sonrisas son tiesas pero verdaderas, todo parecer latir más rápido. Las palabras no cuentan, el tacto se vuelve agudo, los oídos se ensordecen, tus manos atrapan mi cintura, tus labios devoran los míos, mi aliento se ahoga, mi risa se disuelve, tu cuerpo me invade…y te doy mi número y de paso la mitad de mis conflictos para que los conserves en tu directorio telefónico. Mientras empujo al pié izquierdo para que tome vuelo a un lugar más allá de cuatro peldaños que me obliguen a sacarme la sonrisa y el “yo no hago estas cosas”.