In a killing moon I saw you
5 Comments Published by Isabel on viernes, julio 27, 2007 at 12:19 a. m..

Se que escondes algo mientras duermo.
Se que omites tus pasos bajo esos calcetines gruesos.
Se que te estiras como culebra al sol para saber qué hay detrás.
El piso pide que te calles, pero sólo lo rozas más despacio.
Todo parece hacer más ruido cuando no quieres ser descubierto.
Tus ideas desveladas no te dejan estar conciente.
Ves cosas donde no las hay, pero te encanta.
Sólo dilo, quieres saber cuales son mis pecas detrás de la oreja,
mi marca de nacimiento en la espalda.
Quieres ver aquello que te oculto,
aquello que te es prohibido, sólo para llamar a tu curiosidad que espera inquieta cualquier momento de debilidad.
Te ríes y me río.
No encontrarás nada allí, es en el otro bolsillo, pero notas que me muevo y vuelves donde estabas.
La nada misma te encontró y aquí vuelves,
Cubierto de escarcha y patrañas, con manos vacías e interrogantes,
Si te acercas quizás notes que no hay nada más que mis manos heladas
y un corazón que late más de lo necesario para no ser descubierto.

El gallo cacareó y la luna apareció.
La niña se levanta y la noche brinda un cambio,
el reloj susurra un apuro y las estrellas iluminan el camino trazado,
la rueda hace clic clic al ritmo del pedal que gira.
El frío la asusta pero ella no parece notar que el día se ha hecho noche,
que en vez de ir hacia delante va hacia atrás.
El semáforo rojo la alienta a pedalear más rápido, el amarillo la saluda.
La canción ya no es en inglés sino que viene con subtítulos que ve por el retrovisor.
La mochila imposible se ha convertido en una canasta dulce;
el trabajo finalmente no es una molestia,
los jefes ven las estrellas,
los empleados juegan a la escondida
y la luz es de velas que se mueven al ritmo de la guitarra que no la abandona,
el cansancio es ácido y se come con sal.
El sol anaranjado está por aparecer,
llega desde abajo y sale por la playa de olas mansas.
Si cierras los ojos la arena se te mete por los dedos,
la noche ha llegado y el sol brilla más fuerte que nunca.
La niña se saca sus pantuflas y el mar la abraza despacio frotando su cabellera rojiza
con sal sin sodio.
Un alga la acurruca, una roca la acaricia, un sol le pone cobriza la piel con pintitas.
La arena la besa y una sombrilla le da las buenas noches.
Etiquetas: bicicleta, cuento, guitarreado.

- Parte 2 -
3.
Y no me tiré a las rocas y no ahorqué a
Hoy le dije a
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