Sujeta a unas de las murallas de plástico en donde se encuentra la división de un carro y otro, me acomodo y saco el respectivo libro semanal, para ser más exacta Leviatán de Paul Auster. Retomo las últimas líneas dejadas en la micro de ida y acomodo mi espalda de manera tal de crear un arco simulando un cómodo sillón mientras estoy de pie.
Al lograr la concentración necesaria, el tubo fluorescente que yace sobre mi cabeza comienza a parpadear de manera odiosa. Levanto la vista deseando tener el poder de la mirada asesina y poder frenar el flickeo lumínico pero es imposible. Dos segundos más tarde, la luz desaparece del todo en el rincón entre carros. En ese momento un insulto susurrante sale de mis labios y fijamente miro al fluorescente deseándole el mal del universo. Justo allí mi verborrea se topa con la de un tipo que estaba frente a mí, la falta de luz había interrumpido el estudio de unas hojas blancas con muchas palabras subrayadas en rojo que al parecer necesitaba mucho esfuerzo para memorizarlas. Agitaba sus manos para retener la información, mientras un tono melodramático salía de sus pequeños audífonos negros. Me sonríe al ver que nos encontramos en la misma situación de queja y nos miramos con complicidad durante unos segundos tontorrones.
Una estación más allá y mi lectura continúa en penumbras. El tipo sigue moviendo sus brazos y mira mi libro de reojo, mientras yo algo encorvada trato de descifrar las palabras en rojo de sus hojas. Las puertas se abren , pasan cinco minutos y no se cierran; hay un hombre no autorizado en la vía y debe llegar hasta la otra estación para que nuestro viaje prosiga. El tipo me mira y pronuncia un PLOP, mientras yo un PFF. Onomatopeyicamente nos reímos al unísono. Verborreicamente nos miramos lo que dura el sonido de precaución/cierre de puertas.
Llegamos a la otra estación. El tipo levanta su mochila roja y parte a la puerta más cercana. Lo miro y pienso que valió la pena la desconcentración entre la página 49 a la 53. El tipo se baja y espera oculto de mi vista hasta que las puertas vuelven a chillar. Pasa por la otra puerta y se da vuelta levantando su brazo en una clara señal dirigida hacia mi persona. Sonrío estúpidamente y finjo concentrarme en la página 53. No entiendo absolutamente nada así que prefiero seguir sonriendo.
hola!
Esto pasó en Santiago? en qué parte del relato me perdí de ciudad? bueno, como algunas películas que se basan en episodios como el que usted vivió, es raro comprender que esa realidad ajena, ocurre en lugares tan recónditos como el subterráneo. Y tal vez eso mismo hace aflorar lo que realmente somos como seres humanos, esperando algún evento fortuito para tratar de acercarnos y poder entender -con algún gesto o señal- que estamos juntos en una comunidad con algún fin específico.
Sonreir y saludar a un desconocido no tiene nada de malo, cuando hay algo que nos une a todos.
Saludos desde la galaxia de las emociones, donde una estrella sigue en el otro vagón maldiciendo un insistente "flickeo" *Spica
me pasó hace 5 años... aún me arrepiento de no haber dicho nada!
cariños
de acuerdo con el post anterior. Al final de cuentas, esos capitulos duran lo que tienen que durar. Y es poco lo que se pueda hacer. además, la sensación que te deja es la que trasciende.
y duró de la página 49 a la 53 de un Auster.
wow
vaya viaje...
Puta Huevona que me encanto esto que escribiste, la dura que eres lo máximo, oj si, quisiera escribir como tu, hermoso, nada mas que decir
saludos mona
Momentos realmente memorables es como llaman mucho, "Quimica" solo la tienes con algunos (muy pocos) y es relamente fantastico haberlo sentido o tenido alguna vez lo miras, te mira, se miran.... me encanta!!!!
debo decir que fue un viaje casi a otra dimension..ja,ja..me gusto mucho la foto.
SENTIR MIEDO!!!
...Ha Llegado el Punto sin Retorno...
SENTIR MIEDO!!!
Sólo quiero decir que Leviatan es muy bueno, pero Trilogía de Nueva York es espectacular.
Como dijieron arriba, casi ni parece el santiago actual. Es como lo que ocurría antes, no sé. Me gusto harto lo que escribiste, creo que a todos más de alguna vez nos ha tocado alguna situación similar.
Saludos!
Claudia.-
Recuerdo que hace dos años, en Santiago también me pasó algo similar, en el metro (hace poco también pero en mi ciudad, condiciones distintas).
Las sensasiones que se lorgan sentir en esos instantes, no se olvidan. Es extraño pensar en toda la química que puede surgir tan solo en escasos minutos con alguien que nunca has visto.
Y esas sonrisitas tiernas...
Hmm, me gusta mucho como escribes =)