Porfavor, no junte peras con frutillas

Se me perdió el pase hace como un mes atrás. La vida desde entonces se ha vuelto bastante triste. Es como el sida de la locomoción colectiva, la sarna de la pobreza estudiantil. Hasta que lo pierdes, no tienes ni la menor idea lo que significa la vida sin él. Ni menos visualizas la cantidad de humillaciones y vejaciones hacia tu humilde persona, ni menos, todas las ocurrencias que tendrás para no pagar adulto. Por que asumámoslo, ser adulto es una mierda, es imposible pagar tanto dinero por tramos tan cortos. Imposible.

Los primeros días sin él

Como fue después de 18 fueron pocos los días en que anduve de adulto, pero fue terrible, la plata que me gasto en una semana en micro/metro me la gasté en un día. Un mísero día. La loca idea de tomarse un vituperio los viernes poco a poco comenzó a desaparecer. En ese momento es imposible pensar en agachar el moño y pedir que te lleven por menos plata, uno tiene su orgullo y asume sus errores, aunque ni hayas notado en que momento lo cometiste.

Días de Renovación

Fui al ministerio, pagué la suma indicada y me dieron un papelito que sería mi boleto estudiantil en el metro. Primera luz de esperanza en el túnel llamado “¡paga 380 or die”!, campante vuelvo andar en mi querida línea 4. Primer día, por lo menos 5 minutos perdidos por culpa de la Sita. Guardia que se dio la lata de leer todo el prostituto papel. Yo sentía como los trenes pasaban y yo seguía ahí, a la güaite, esperando que ella se aprendiera mi RUT de memoria para poder andar el maldito tren. Hasta que por fin lo soltó. “Alabado sea dios”-pensé-. Pero, no fue la única vez que me ha tocado esta escenita. No. Se ha repetido constantemente las últimas dos semanas, que “muéstrame su papelito”, “tiene que mostrarlo con el carné de identidad”, “¿sabía que este papelito le sirve sólo hasta el 15 de Octubre?”. Octubre las pelotas. Me tienen hasta la coronilla estas personas de amarillo que se dicen llamar guardias. Por lo mismo, me revelé. Pero eso es secreto de estado. Voy por debajo de la ley. Soy mala. Shá.

La (el) micro

Chiquitito (mi auto amigo, partner, que va a todas) me apoyó en mis días de indigente estudiantil. Después de tener el recibo/pase para el metro había que hacer algo para la micro. Bingo. Qué mejor que la cara de pena, polera escotada, sonrisa tímida de me lleva por 200. Super. El tío se apiada de mí y yo campante me subo con confianza. Vamos que se puede. Viva el ahorro de dinero. Menos mal que las micros a duoc los señores conductores no son tan apretados, te llevan sin chistar y te paran en el paradero.

De aquí a dos semanas seguiré tránsfuga por el metro de Santiago. Cuidando cada paso que doy. Andar de tránsfuga, por debajo de la ley es todo un arte. Por mientras juego a ser otra, hasta me peino distinto. Todo por seguir siendo estudiante por 120 pesos.

pd1: enchulé el blog, ojala le guste. (Lo HABÍA ENCHULADO, pasado, parece que apreté mal una tecla y se borro todo. shit)

pd2: alguien vió la revista Ya y notó que había un reportaje muy parecido a mi post anterior. Jmmm.