Porfavor, no junte peras con frutillas

Me gusta llorar en el cine. Esa mezcla entre lo oscurito y el sonido fuerte se vuelve la combinación perfecta para tener tanta catarsis retenida. Vi “Padre Nuestro” y mientras la gente reía a carcajadas, yo lloraba a mares. La audiencia es extraña, como dice Luigi Araneda, mi profe y productor de la peli. Es bien rara, para no decir que están todos cagados. De repente me pongo a pensar si las ideas que me gustaría realizar alguien las vería. Yo creo que no, a no ser que alguien este tan cagado como uno. Y de esos hay unos cuantos, pero que no alcanzarían ni siquiera para tener la película un fin de semana en cartelera. No pienso esto gratuitamente, no. Mientras hoy cantaba con tres pelagatos más las canciones de Gepe en duoc, me preguntaba como un cantante tan choro podía tener tan poca concurrencia. Si a estos pelotudos les traes un par de imbéciles con los pantalones a medio cachete estarían felices. Sueno como vieja julia pero es así. El “populacho” le gustan las cosas sencillas, sin tanto rococó, más risas, menos llanto; más vida archi cotidiana, menos problemas existenciales. Por eso creo que “Padre Nuestro” es buena, hay de todo para el consumidor, nadie queda insatisfecho.

Me gusta caminar sola. Me gusta saber que en el fondo, uno puede hacer lo que se le antoje sin necesitar a nadie, pero tiene que tener cojones para hacerlo. Mientras caminaba por Vicuña Mackenna tuve un flash back de mil y una imágenes de momentos vividos allí. Descubrí que es mi calle solitaria. Todos los recuerdos que tengo son de andar sola; como cuando hice mi primer preu (lo abandoné, era muy malo), como las veces en la que ALGUNA VEZ en mi vida quise buscar pega. Como cuando me daban los 5 min. Después del preu y partía sola.

Hace bastante bien pegarse un reencuentro consigo misma. Caminar por la calle y que los choferes de camiones te griten “rica” y uno decir –“¡Que lindo es Santiago!”- te sube el ánimo, te sientes todo un comercial de cachantún. Sobre todo después de recuperar mi identidad y dejar de ser Paulina, porque claro, andar siendo otra por dos semanas fue un trabajo difícil, hubo que analizarla e imitar sus supuestos comportamientos. Lo importante es que he vuelto a ser yo – y no evito restregarle mi identidad al chofer de la micro-. Por lo mismo le doy las gracias a la distancia a Paulina, Nuestra Santa Patrona (mía y de la Mona) por el favor concedido.

Más abajo, un videito que hice de Gepe y para que noten la soledad del lugar.

les dejo un link de mis fotos, si están de ociosos los invito a darse una vuelta por aqui